Artículo escrito por Saúl Zúñiga, terapeuta de Psicoterapia Adultos. Publicado en Guioteca.com Psicología y Tendencias.
En el día a día todas las personas compartimos y trabajamos la gran mayoría de nuestro tiempo en entornos sociales, algunos hasta podrán decir que es esto lo que caracteriza a la raza humana. Esta cualidad nuestra, si bien nos lleva a los aspectos más positivos de nuestra especie, también acarrea ciertas consecuencias negativas… ¡y más de algún mal rato!
La psicología social es la rama de la psicología que se dedica al estudio de cómo los pensamientos, sentimientos y comportamientos de las personas son influenciados por la presencia real, imaginada o implicada de otras personas. En el fondo, busca entender los fenómenos sociales e intenta descubrir las leyes por las que se rige la convivencia humana. En este artículo les quería presentar uno de los muchos fenómenos estudiados por la psicología social y cómo eso afecta sus vidas diarias, me refiero al llamado “sesgo actor-observador”.
Para entenderlo es más fácil comenzar por poner un ejemplo. Pongámonos en la siguiente situación. Usted, estimado lector, quedó de juntarse en un lugar determinado con un compañero de trabajo a tomar una cerveza a las siete de la tarde. Digamos que este compañero llega alrededor de las ocho. ¿Por qué cree que llegó tan tarde? Si se toma un par de segundos las razones más probables que se vienen a su mente se parezcan a “no planificó bien”, “siempre llega tarde”, “él es así, descuidado”, “le da lo mismo/no está ni ahí”, “otras cosas son más importantes para él”, o lisa y llanamente “es impuntual y un irresponsable”. Ahora, demos vuelta la situación, si es usted quien llega tarde a la reunión. Trate de imaginar las razones por las que usted llegaría tarde a encontrarse con su amigo. Probablemente haya pensado en situaciones como: “no pasaba el Transantiago”, “tuve algún percance”, “algo me tiene que haber pasado”, “tuve un problema para llegar”, etc.
Probablemente ya se comienza a entender de qué es que estamos hablando. Se le llama sesgo actor-observador al fenómeno cognitivo involuntario por el cual se tienden a atribuir erróneamente causas personales, individuales, o “internas” a la conducta del resto y asimismo atribuir la propia conducta a factores “externos” fuera de nuestro control. Este efecto fue descubierto y trabajado extensamente en los años 70’s, y actualmente también existen varias investigaciones al respecto. En nuestro básico caso de ejemplo podemos ver que el llegar tarde en el caso de observar a otro, se le atribuye fácilmente a factores de la personalidad, o de la mala intención de nuestro amigo. Se nos hace más difícil pensar que pueden haber influido variables contextuales (externas). Sin embargo, cuando se trata de la propia conducta en nuestra calidad de actores, son estos factores externos los primeros que se presentan a la mente cuando queremos explicar nuestros comportamientos y motivaciones. Si bien nuestro ejemplo es bastante básico e inocuo, este mismo proceso de pensamiento se hace presente en muchas otras instancias del diario vivir.
Por ejemplo en el trabajo, el jefe tiende a atribuir los errores o fracasos a que el trabajador tuvo la mala voluntad, que es incompetente, o hasta puede llegar a pensar que es una mala persona. También pasa con los propios compañeros, fácilmente pensamos que el resto hace las cosas mal porque son tontos, o flojos, pero en lo que a nosotros mismos respecta nos equivocamos porque no nos explicaron bien, o porque teníamos otras prioridades fuera de nuestro control. También lo podemos ver en las relaciones de pareja, es típico oír que una persona se queja de los atributos o de la conducta de su pareja sin pensar en el contexto en el que se dan… Pero cuando piensa en su propia mala actitud o conducta, siempre logra atribuirlo a un factor externo a sí mismo/a (“él/ella es enojón/na” vs. “él/ella me provoca”).
Tomando esto en cuenta, se puede ver inmediatamente que este tipo de error profundamente involuntario es el responsable de muchos de los problemas y malos entendidos que tenemos diariamente en diversos contextos. Y, si bien es un fenómeno sobre el cual tenemos escaso nivel de control, sí es posible evitarlo de vez en cuando tomando ciertas precauciones. Por ejemplo detenerse para preguntarse a sí mismo cómo se habría comportado uno en el caso del otro, o qué factores del contexto están influenciando los comportamientos del otro, o en última instancia pensar cómo responderían otras personas a situaciones similares. En todos los casos, detenerse un poco a pensar la situación más detalladamente y pensar al otro como una persona tal como uno (empatía), puede ayudar muchísimo a prevenir desencuentros, malos entendidos y hasta conflictos abiertos. Este sesgo también se asocia comúnmente al error fundamental de atribución y al sesgo de autoservicio. Pero esos son temas que dejaremos quizás para una próxima entrega.
Finalmente no me queda más que despedirme, y desearles que se detengan a pensar y recuerden algo de este artículo la próxima vez que se vean en alguna situación similar a la que les he descrito anteriormente. ¡Hasta luego!
Es una pesadilla. A mí nunca me había pasado antes, pero desde hace diez años sólo sufro conflictos por todas partes por cosas así. La gente vive mal y está susceptible, yo tampoco estoy bien y estoy susceptible. Las vidas y circunstancias, antes, eran mucho más comunes y llegados a una edad, si no hay un interés común las cosas no funcionan. Como en las empresas se trabaja corriendo y mal y la gente sufre, cuando hay problemas (que es casi siempre) se culpa a unos y a otros. Como no hay trabajo, la gente está a la defensiva para defender lo suyo. En las relaciones que no son de trabajo pasan lo mismo. Todo el mundo tiene unas ideas y unos esquemas preconcebidos y ya puedes explicar que de ahí no los sacas. Con el auge de la autoayuda no has llevado a querer convencernos de que todo obedece a nuestro control y no es así. El día a día está plagado de imprevistos. Cada día hay miles de cosas que no salen como deberían. Pero hay gente que se niega a aceptarlo y tiene que que hacer que alguien cargue con la culpa. Las obligaciones que se nos imponen son tremendas: larguísimas horas de trabajo haciendo tareas costosas, poca realización profesional y sueldos bajos e inestabilidad laboral, además tienes que cuidar tu cuerpo y hacer deporte, no tener malos hábitos, cumplir siempre horarios aunque sean incompatibles con aficiones o gestiones diarias (médicos, finanzas personales, responsabilidades familiares, estudios o hacer la compra), se tiene siempre que progresar, confiamos en las tecnologías y a menudo son rudimentarias y no responden, pero pensamos que como agilizan el trabajo podremos hacer más en menos tiempo. Y luego la obligación de sonreír y ser feliz de cara a la galería. De tener muchos amigos y cuidarlos. Pareja. Piso. Coche. Es imposible.